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Un vivero para el futuro: Grupo Calidra impulsa la reforestación con especies nativas en San Juan

La compañía referente de cal en Latinoamérica inauguró su primer vivero de flora nativa en Argentina, un proyecto alineado a su estrategia sustentable que promueve la restauración de plantas autóctonas y busca fortalecer la relación con las comunidades locales. 

San Juan es conocida por ser la tierra del sol y del buen vino. También por sus suelos áridos y por su escasez de lluvias, un ecosistema donde prolifera una vegetación resiliente: algarrobos, acacias, jarillas y muchos tipos de cactáceas.

Ahí, en el corazón de la industria calera, Grupo Calidra dio un nuevo paso en su compromiso con la sustentabilidad ambiental y social: inauguró el primer vivero de flora nativa de la compañía en el país.

Más que una acción puntual, este proyecto representa un hito dentro de la estrategia ESG de la empresa. No sólo busca restaurar áreas intervenidas por la propia actividad de sus plantas, sino también preservar, recuperar y ampliar el patrimonio genético de la flora local.

El proyecto también busca formar conciencia ambiental en las comunidades cercanas (escuelas, ONG’s, instituciones públicas y privadas). El objetivo es construir un modelo de reforestación de plantas autóctonas y de puesta en valor de áreas verdes que se pueda replicar en todo el Cono Sur (Argentina y Chile).

En esos países, Grupo Calidra abastece de cales y carbonatos premium a industrias estratégicas como la minería (cobre, litio y oro), la siderurgia y la construcción.

Reforestar donde operamos

La región donde se encuentra la planta de La Laja, como gran parte de San Juan, es un ecosistema árido, caracterizado por su vegetación xérica, propia de regiones secas y desérticas. Allí, el vivero ya comenzó a producir especies autóctonas como algarrobo, acacias, cactáceas, retamos y jarillas, todas adaptadas al entorno local.

“La idea es reforestar con las mismas especies que ya existen en los alrededores. Para eso, recolectamos semillas en las zonas donde luego se plantarán los ejemplares, manteniendo su integridad genética”, explica Andrea Muñoz, bióloga,

Coordinadora de Medio Ambiente de Grupo Calidra Cono Sur y una de las impulsoras del proyecto.

Ubicado a tan solo 7 kilómetros de la planta industrial, el vivero ocupa un área de 2.000 m² y cuenta con una nave principal de 400 m². Su capacidad actual es de 18.000 plantas, pero está diseñado para escalar hasta las 25.000.

Entre las especies cultivadas se destacan:

  • Algarrobo blanco (Prosopis alba) y algarrobo chileno (Prosopis chilensis): árboles clave del ecosistema chaqueño y del monte árido, que aportan sombra, alimento y fijación de nitrógeno al suelo.
  • Jarilla (Larrea): arbusto emblemático de la región, esencial para la conservación del suelo y la biodiversidad.
  • Retamo (Bulnesia retama): de raíces profundas y flores llamativas, es vital para estabilizar áreas erosionadas.
  • Cactáceas: muchos tipos de cactus con alto valor ecológico que se reproducen mejor de forma agámica (por esqueje).
  • Lycium chilense (Solanácea): planta arbustiva de ramas delgadas y espinosas que alcanza un máximo de 2 metros de altura.

“Estas especies tienen una historia milenaria de adaptación al territorio. Son clave para la regeneración de ambientes degradados y para sostener la vida en su entorno”, sostiene Andrea.

Una acción con raíces profundas

Más allá de su dimensión ambiental, el vivero también es una herramienta para el acercamiento comunitario. La idea es invitar a alumnos de escuelas de la zona, instituciones y vecinos a involucrarse en el proyecto, tanto en el proceso de reforestación -plantando las distintas especies nativas-, como en la participación de jornadas educativas, visitas guiadas y de concientización.

“Queremos que los chicos y chicas conozcan su territorio, aprendan a cuidar estas especies autóctonas y, sobre todo, entiendan por qué es importante proteger lo que nos rodea”, comenta Renzo Muñoz,

Supervisor de Desarrollo Sostenible de Grupo Calidra Cono Sur, otro de los biólogos a cargo del proyecto.

“Son plantas que evolucionaron y proliferaron con escasez de agua, entonces el mantenimiento es casi nulo. Queremos llevar ese mensaje a la comunidad para que las escuelas y el municipio sepan de la importancia de las nativas y que su cuidado no es complejo”, agrega Renzo.

La mayoría de las plantas cultivadas en el vivero se destinará a proyectos comunitarios o a reforestación en las cercanías de las plantas de La Laja, Villicum, Los Berros y Padre Bueno. Este vivero será clave para las metas de reforestación que tiene Grupo Calidra como política ambiental.

“Venimos haciendo un monitoreo en la zona para ver qué especies de nativas se llevan mejor entre sí para imitar ese ecosistema en el vivero y luego llevarlo a las otras plantas de Calidra”, explica Renzo. “Hay interacciones biológicas y ecológicas entre todas estas plantas. Si una se ve vulnerada en su estado de conservación, afecta a todo el ecosistema”, profundiza.

Integrantes del Proyecto: Renzo Muñoz,
Andrea Muñoz, Emiliano Castro

Sostenibilidad desde la raíz

Cabe destacar que el vivero de flora nativa de La Laja se inscribe dentro de un plan ambiental más amplio de Grupo Calidra, en línea con su compromiso de ser una empresa carbono neutral para el año 2050.

Por eso, el equipo de Desarrollo Sustentable de la calera, liderado por el Gerente Regional Andrés Nielson, trabaja en la posibilidad de reutilizar subproductos y material de desecho del propio proceso de producción de cal para enriquecer los sustratos del vivero, promoviendo así un modelo de economía circular.

“Vamos conociendo más cuáles son los materiales de rechazo, cuáles son las granulometrías de esos desechos y viendo cuáles son los óptimos para poder hacer mezclas con turba o algún tipo de compost un poco más orgánico y que funcionen de sustrato para nuestras plantas”, señala Andrea.

¿Qué rol cumple el vivero en la estrategia de sustentabilidad de Grupo Calidra?

– Andrea Muñoz: Es una acción concreta que conecta nuestros valores ambientales con el territorio donde operamos. No solo restauramos lo que fue alterado, también buscamos dejar una huella positiva.

¿Cuál es el diferencial del proyecto?
– Renzo Muñoz: La cercanía con la comunidad. Queremos que este vivero no sea solo de Calidra, sino que se convierta en un recurso compartido con escuelas, vecinos e instituciones locales.

¿Qué sigue a futuro?
– Andrea Muñoz: Desde lo corporativo, ya tenemos establecidas las metas de reforestación dentro de las plantas. Luego, vamos a medir el impacto de las reforestaciones y replicar este modelo en otros sitios del país donde operemos. Esto recién empieza.